El pasado Septiembre, en su visita a Madrid, Lucky (Vassilios Maniatopoulos) actual batería y manager de la banda me comentaba en petit comité que para 2024 Peavy y compañía tenían previsto celebrar el 40 Aniversario de la banda lanzando un disco doble (el primero en su carrera), con una primera mitad netamente metálica y una segunda con el característico toque orquestal que tanto gustó a la banda de usar en el pasado. Pese a lo emocionante de la noticia, el venir condicionado por ser un «álbum doble» dejó en el aire cierta preocupación ya que semejante propuesta suele materializarse en muchos casos en trabajos cuando no largos o aburridos, pues simplemente largos y lastrados por temas de relleno para cumplir con la papeleta.
Y pasa el tiempo, se anuncia el citado álbum y este pasado 29 de Marzo ve finalmente la luz el que es el álbum número 24 en la trayectoria de Rage (el 25 si incluimos el de Avenger que es, por cierto, el que marca la fecha de nacimiento de la banda) titulado AFTERLIFELINES.
¿Resultado?
Partiendo de la base que llevo siendo seguidor de la banda al menos 31 de los citados 40 años y que mi opinión no tendría que ser la más objetiva para realizar una reseña sobre la misma me voy a lanzar a la piscina sin medidas de seguridad ya que considero que la ocasión así lo merece pues afirmo, desde mi más humilde opinión, que estamos ante el mejor trabajo que ha parido Rage en los últimos 20 años.
No afirmo lo anterior a la ligera. Previamente me he empapado a conciencia ya que, desde el día de su salida y en los momentos que escribo lo que estáis leyendo, he podido escuchar esta maravilla al menos unas 20 veces como mínimo. No por obligación ni para poder escribir esto (los que me conocen saben que a estas alturas llevo en el dique seco de las reseñas más de un lustro), sino porque he quedado totalmente prendado de la nueva obra que ha parido Peavy y compañía. Afirmaciones como las que hace nuestro compañero Oswaldo Martín de que el Sr. Wagner se levanta y para el desayuno ya te ha compuesto medio disco parecen quedarse cortas pese a saber de siempre de la capacidad compositiva del alma mater de Rage.
Lo primero es despejar dudas: El álbum se hace corto. Son 21 temas, hora y media de música, los que componen este nuevo álbum de los cuales 19 son canciones, quitando la intro y un interludio orquestal (interludio que es un pequeño regalo para los seguidores de siempre mostrando un popurrí de varios temas populares de la banda como ya hicieron en su momento con Lingua Mortis Orchestra entre los que se escuchan Higher than the Sky o End of all Days).
La primera parte, denominada AFTERLIFE, se compone de las citadas canciones netamente metálicas y LIFELINES, el segundo, de las que tienen una base orquestal pero ya os digo que os va a ser difícil el separar las unas de las otras gracias a lo bien empleada que está la orquesta en esta ocasión.
El álbum se siente vivo, con ganas, pulso y energía. El trabajo como hacha de Jean Bormann a lo largo del mismo es para quitarse el sombrero por la cantidad de recursos que ha tenido que usar.
No quiero resaltar temas en concreto ya que todos rayan a gran nivel (ahora mismo no me importaría un concierto íntegro compuesto solo con este Afterlifelines) reviviendo viejas emociones de la época dorada de la banda, no obstante parte del encanto que tiene este álbum es que parece tener un poco de todos los anteriores álbumes haciendo un recorrido musical por toda su historia y justo ahí radica la magia de este trabajo: sonar familiar sin llegar a repetirse en ningún momento.
A la hora de enfrentarnos a la segunda parte la gran sorpresa es que al contrario de lo esperado los temas no desaceleran la velocidad. Rage ha aprendido la lección y ahora orquesta y banda van de la mano y si hace falta apretar el acelerador se hace. Diría incluso que esta segunda mitad es incluso mejor que la primera. El álbum sigue creciendo y no se nota diferenciado entre sus partes pues estas acaban fusionadas en un todo que es una maravilla. Cierto que hay un momento para bajar las pulsaciones con temas de gran factura como son «Dying To Live», la extensa «Lifelines» (de más de 9 minutos) o el punto final con «In The End» donde encontramos a un sentido Peavy que a lo largo de todo el álbum se muestra particularmente inspirado dando color con su voz.
Conclusión: por si no ha quedado claro este Afterlifelines es un soberbio trabajo de una banda veterana que nada tenía que demostrar a estas alturas. Desde luego, Peavy y Rage no necesitaban meterse en un berenjenal del que pocos salen airosos como es el sacar un álbum doble pero Peavy lo ha conseguido y puede estar orgulloso. Orgulloso de sus 40 años de historia, de haber tirado siempre del carro, de la inmensa cantidad de buenas canciones que ha compuesto, de los fans que siempre han estado ahí, de lo que nos ha hecho disfrutar con su música y del regalazo que nos ha hecho para celebrar los 40 años de una banda que ha vivido momentos mejores y que injustamente no está donde debiera pero que siempre ha cumplido con la calidad que se le presuponía.
Si esto es lo que Peavy nos puede ofrecer tras 40 años al pie del cañón entonces los 40 son los nuevos 20 y le deseamos a él y a la banda al menos otros 20 años de fertilidad musical.
A sus pies Sr. Wagner.
PD: Nunca doy un 10 y no lo voy a hacer en esta ocasión pero no dormiría tranquilo sin considerarlo un disco digno del 9.
Fotografías cortesía de la web oficial de Rage
Deja tu comentario