Esto no es un simulacro, es una despedida

Crónica Roger Waters Madrid 24 marzo 2023

Introducción

Madrid, 24 de Marzo de 2023.

Esperaba ansioso la visita del amigo Roger en el Wizink Center de la capital. Ver a Roger Waters en directo es una experiencia que se tiene que vivir al menos una vez en la vida. En mi caso era mi tercera cita con el mítico miembro fundador de Pink Floyd. Sus directos tienen similitudes con su forma de ser: brillante, soberbio y a veces repelente. Todo lo contrario que David Gilmour, hombre tranquilo donde los haya. Hace tiempo que renuncié a una posible reunión de Pink Floyd y puesto que Gilmour parece que ha enterrado a Pink Floyd (pero sí posee los derechos del sello de la banda), y tampoco se prodiga en hacer giras que lo traigan a nuestro país. Solamente nos queda la mente pensante y creador fundamental de la banda extinguida, Roger Waters.

Estopón y Príncipe (desde estas líneas felicito efusivamente su artículo previo en esta página web), estuvieron en la primera fecha de Madrid, el jueves 23 de Marzo, y el que escribe estas líneas, lo hizo al día siguiente 24 de marzo. El jueves 23 comenzó el concierto 20 minutos más tarde, lo cual provocó un corte en el tramo final del setlist comparado con el concierto de Barcelona 2 días antes. El viernes 24 salió todo perfecto y calcado al de la Ciudad Condal.

Desarrollo

Entré a la pista del Wizink Center a las 20h, me dirigí justo al mismo sitio donde cinco años atrás vi el concierto de la gira «Us and Them». Iba un poco reticente porque dicho concierto me dejó las sensaciones muy altas y ahora venía un poco expectante por las declaraciones políticas de Waters y la «pitada» que se llevó en Barcelona cuando inició el concierto.

Desde las gigantescas pantallas en forma de cruz latina, suspendidas sobre un escenario situado en el centro del recinto en modo 360º, se anunciaba una cuenta atrás de 15 minutos. Hasta que aparecen dos recomendaciones verbales de Waters a los presentes: «Por favor apaguen sus móviles» (riéndose irónicamente por supuesto) y la más famosa de la gira: «Si eres de los que dices que te encanta Pink Floyd, pero no aguantas el discurso político de Roger Waters, puedes irte a tomar por culo al bar». Genio y figura hasta la sepultura.

Primera parte

Y tras esta declaración de intenciones, arrancó el concierto con «Comfortably Numb», con las pantallas de video cubriendo a la banda casi al completo. En ellas se proyectaba el videoclip de la nueva versión de la obra maestra del álbum «The Wall», con imágenes apocalípticas y sin el emblemático solo de guitarra de su ex compañero David Gilmour, con quien sigue manteniendo una pública y amarga disputa acrecentada por la recién editada remasterización de «Animals» de 2018. He de reconocer que tengo sentimientos encontrados respecto a esto y me pilló algo descolocado. Creo sinceramente que los solos de guitarra de Gilmour son únicos y universales. He de añadir que, al respecto, me da un poco de miedo escuchar (cuando la acabe) la nueva versión de «The dark side of the moon» sin esos «horribles solos de guitarra» (en palabras de Roger Waters refiriéndose David Gilmour).

Tras «Comfortably numb» las pantallas de video se elevaron por encima de la banda, dejándola al descubierto en un escenario central donde los músicos iban dando la cara a las cuatro orientaciones de la grada que les rodeaba, lo cual suponía un acercamiento y una dedicación medida y mimada a la audiencia, pero a su vez también hacía que en momentos vieras a los músicos de espalda. Quizás esto fue para mí la gran novedad respecto al concierto de 2018, percibí en ocasiones más intimidad y proximidad, además de una visión privilegiada. Así pues, comenzaba «Another brick in the wall». Las cosas se ponían en orden y pronto olvidé los conflictos Waters-Gilmour.

Tras esto, Waters prosiguió el concierto con temas propios de su carrera en solitario, mientras aparecían en las pantallas imágenes de los últimos presidentes de USA, como responsables de crímenes de guerra. No obstante, Waters no entró demasiado en temas actuales y no fue tan agresivo y tedioso en su discurso como yo imaginaba en un primer momento.

«No hablo español y es una pena, todos deberíamos aprenderlo» dijo antes de entonar «The bar», un tema compuesto durante la pandemia que habla sobre «reunirse a hablar y tener conversaciones sin miedo de ser encerrado» (inside The Wall). «Todos y cada uno de vosotros, incluso yo mismo, vayamos al Bar. Hablemos entre nosotros, aunque no estemos de acuerdo».

Tras esto, Roger Waters anuncio irónicamente que iba a tocar temas del pasado cuando lo hacía con «otra banda». El repaso al álbum «Wish you were here» se iniciaba con una magistral «Have a cigar» y un solo de guitarra de Dave Kilminster que no hacía echar en falta el original de su tocayo David Gilmour. Tras ello, llegaba el momento emotivo con «Wish you were here», y el recuerdo a Syd Barret. «Tuvimos un sueño y por un tiempo lo vivimos. El resto es historia», se leía en las pantallas con imágenes del grupo en sus tiempos felices. «Todo se puso mal un poco más tarde. En 1968, paramos en un semáforo en Hollywood y Syd me sonrió y me dijo: »Se está bien en Las Vegas, ¿Verdad? Y entonces su cara se volvió oscura. Es muy fácil perderse”.

«Shine On You Crazy Diamond parte 2» continuaba mientras su historia se explicaba a través del texto en las gigantescas pantallas de video. La idea no podría ser mejor y la interpretación del tema no pudo ser si no magistral. «En aquellos años, no fue lo único que me salió mal. También mi matrimonio se fue al garete. Un día estaba en Abbey Road comiendo y de pronto, vi el mundo como con prismáticos. Me di cuenta de que estaba teniendo una crisis nerviosa. Caminé como pude y me senté al piano y empecé a tocar. No tengo ni idea de por cuánto tiempo», reveló Waters sobre unos años de enorme crispación en el grupo y sus coqueteos con las sustancias psicotrópicas.

A continuación, y como única referencia a «Animals», una versión muy potente de «Sheep», casi hard-rock, amenizada con una oveja gigante que sobrevoló el interior del recinto. Tras esto, se dio paso a un descanso de veinte minutos, tiempo insuficiente para ir al bar o al W.C.

Segunda parte

Tras el intermedio, se reanudó la segunda parte del concierto con más «The Wall», incluyendo una tremenda «Run like hell». Volvió a salir volando el famoso cerdo Algie, símbolo de Pink Floyd y parte fundamental en los directos de la banda. Por cierto, en este tema, Roger disfrazado como el dictador de la película «The wall» disparó, muy ocurrente, una falsa metralleta al público. Además, Waters, estaba lesionado de un tobillo y cojeaba en ocasiones. Llego a decir «Si me veis cojear, no es que este viejo, es que me he torcido el puto tobillo».

Los momentos más esperados de la segunda mitad del concierto, estaban dedicados a la obra maestra «The Dark Side of the Moon». El guitarrista Jonathan Wilson asumió la responsabilidad vocal de emular al eterno ausente David Gilmour en «Money» (las comparaciones son odiosas y no voy a entrar en detalles). «Brain Damage», «Us And Them», «Any Colour You Like» y «Eclipse» resonaron posteriormente en nuestros cerebros mientras parecíamos estar en comunión con la banda. He de hacer una mención especial al saxofonista Seamus Blake, que se lució literalmente en el tema «Us and Them», como lo hizo también en «Shine on your Crazy Diamond». He de decir que, en la anterior gira de 2018, la parte de «The Dark Side Of The Moon» fue más completa y espectacular incluyendo «Time» y «The great gig in the sky», pero bueno, no todo puede ser.

Casi al final del concierto, Waters hizo recoger a la banda alrededor de su piano, entonando los temas «Two Suns in the Sunset» y «The Bar (Reprise)», brindando incluso y deseando salud a la audiencia con chupitos de Mezcal (menos mal que dijo lo que era porque durante toda la noche yo tenía un mosqueo con la dichosa botella sobre el piano). Tras esto Roger Waters se dirigió al publico en español diciendo: «Gracias, muchas gracias» abrazando muy emotivamente a su guitarrista Dave.

Con «Outside the Wall» como suele acostumbrar en sus conciertos, Waters nos obsequió con un final muy original: los músicos se marcharon a bastidores tocando en formato acústico la canción, acompañados de una steadicam retrasmitiendo imágenes en blanco y negro sobre las pantallas, para finalmente, apagarse el concierto en el pasillo de los camerinos.

Me resulta complicado resumir lo mucho que te hace sentir Waters con esta experiencia visual tan singular. Sus shows, son todo un regalo para los sentidos. Simplemente hay que dejarse llevar quizás por uno de los mejores espectáculos de música en directo que puedes experimentar. Realmente merece la pena. A destacar los detalles técnicos, el trabajo de los operarios, cámaras y sobre todo, de un sonido casi perfecto. Se ha ganado el «todas las entradas vendidas». De momento pudiera ser el concierto del año. Esta gira esta anunciada como la de la despedida. Si esto es así, quienes los hemos visto ya en varias ocasiones, sin duda, lo echaremos de menos.

Setlist completo

Comfortably numb

The happiest days of our lives

Another brick in the wall, part 2

Another brick in the wall, part 3

The powers that be

The bravery of being out of range

The bar

Have a cigar

Wish you were here

Shine on you crazy diamond (parts VI-VII, V)

Sheep

In the flesh

Run like hell

Déjà Vu

Déjà Vu (Reprise)

Is this the life we really want?

Money

Us and them

Any colour you like

Brain damage

Eclipse

Two suns in the sunset

The bar (reprise)

Outside the wall